«En la Constitución de Puerto Rico dice, explícitamente, que habrá completa separación de la iglesia y el estado«, admitió abiertamente Esculapio Suárez, relacionista público de la Policía de Puerto Rico. «Claro, de ese mismo modo somos conscientes que hay leyes en contra de guiar a exceso de velocidad, de comerse las luces y de hablar por celular en la carretera, que de todos modos nosotros nos pasamos por las nolas tranquiléin. ¿A quién le sorprende que a una organización que se cree estar por encima de la ley, porque es la ley, le valgan madre los remilgos ateos y ñeñeñés herejes de un cadetito llorón?», preguntó, refiriéndose al oficial con 14 años de experiencia en la uniformada que radicó la demanda.
Suárez explicó que la Policía estaba ya cansada de limitarse a usar fuerza excesiva en contra de manifestantes pacíficos; de efectuar allanamientos sin la debida orden judicial; y de pasarle el rolo a quien quiera les tenga cara de periodista o de dominicano. «Rajarle el coco a estudiantes barbudos ya aburre», indicó el relacionista público, «y es por eso que decidimos expandir nuestra red de violaciones sistemáticas de los derechos civiles y apatía generalizada por los mandatos constitucionales y meternos ahora a obligar a nuestros propios oficiales a rezar en el trabajo a la trágala. ¡Claro que un supervisor no puede coaccionar a sus subalternos a practicar ritos de una religión en particular! La lectura más somera de la Constitución (qué diablos –¡hasta el uso más ligero de la lógica y el sentido común!) llevaría a cualquier persona con dos dedos de frente a esa conclusión. ¡Menos mal que para subir en rango en la Policía no se puede tener más de un dedo de frente!», rio con satisfacción.
«Aquí en la Policía de Puerto Rico creemos firmemente que la violación de derechos empieza por casa», concluyó Suárez con orgullo. «Atropellar civiles en las calles ya es más de lo mismo: ¡mejor abusemos de nuestro poder dentro de nuestra misma organización, y demostrémosle así al Pueblo que la misma falta de consideración que tenemos para con los derechos de la ciudadanía la tenemos también para con los de nuestros mismos agentes!».