«Este año decidimos hacer venta de Viernes Negro a ver si guisábamos un poquito nosotros también», explicó Clara Bustamante, propietaria del local. «¡Pero jamás imaginamos que daría tan buen resultado! O sea, ¿qué comerciante no quiere ver a sus clientes entrándose a pezcozá’s por comprar un artículo que hace dos días no hubiera querido ni regala’o?». Bustamante promocionó especiales de Biblias («¡Compra el Nuevo Testamento y te daremos el Viejo GRATIS!»), velas votivas («Rézale a San Pedro y por el mismo precio, ¡órale también a San Antonio!») y nacimientos («Compra dos nacimientos y te regalamos el cuarto Rey Mago a quien todo el mundo le echa fli, Artabán!»), precisamente para atraer «hordas de consumidores con mal juicio y peor autocontrol que compren cualquier cosa con un sellito que diga ‘EN ESPECIAL’ — ¡pero eso de que se formara un botín fue solamente un bono!».
Según la dueña de «El Pastor», la multitud esencialmente compró todo su inventario, «inclusive unos libros viejísimos de Jim Bakker que estaban ahí cogiendo polvo desde los ochentas». Hubo encontronazos entre algunos clientes durante el día: dos mujeres se entraron a bofetadas y se halaron las greñas por obtener el último ejemplar del libro del reverendo Joel Osteen titulado «Become a Better You«; se formó una trifulca por el último reloj Rolex de la nueva línea de la apóstol Wanda Rolón, llamada «Golden Beauty«; y en la sección pentecostal se formó una pelea por una pandereta firmada por el evangelista Yiye Ávila con la inscripción «¡Arrepiéntete, Pecador(a) Impío(a)!».
«En cuanto me enteré que ‘El Pastor’ iba a tener una venta de Viernes Negro, empecé a hacer fila», admitió Doña María Salazar, una de las personas que pernoctó al frente de la tienda desde el jueves de Acción de Gracias para asegurarse de ser de las primeras en entrar al establecimiento. «A mi nena le encanta repetir la misma oración cuarenta veces corridas en la oscuridad de su cuarto, así que sé que amará ese rosario glow-in-the-dark que le compré, con 20% de descuento: ¡Ave María purísima! Y también conseguí el último escapulario en especial que quedaba –aunque acá entre nos, tuve que arrebatárselo de las manos a una beata octogenaria que no lo quería soltar ni pa’l diablo, así que tuve que tumbarle el andador pa’ que se cayera. Where’s your God now, bitch?«, se burló con una risa sardónica.
Un hombre que salió de la tienda con su carrito de compras lleno de tepe a tepe excusó su derroche económico diciendo: «Estoy gastando dinero que no tengo en mercancía que compré en una tienda cristiana: ¿ese no es el verdadero significado de la Navidad? O sea, podría ser peor: ¡podría estar endeudándome comprando televisores plasma y juguetes electrónicos!», exclamó, como si no tuviera una tercera opción de simplemente no endeudarse en ninguna tienda.