«¡Uf! ¿Está caliente aquí o soy solamente yo?», preguntó una claramente enchulada Madre Naturaleza. «Esto de darle picota a los testículos de los demás hombres del mundo parece completamente innecesario, pero es por el bien de la especie. Es OB-vio que es en el mejor interés de la raza humana que toda la prole sea descendiente directa de este, el único verdadero macho en el planeta. ¡He dicho!», sentenció mientras hacía cortes al aire con su tijera mágica, y bolas seguían cayendo en el mundo.
«¡Ay, ya, gran cosa!», exclamó burlonamente el guaynabicho Francisco Álvarez. «El tipo se tiró desde la estratósfera y llegó a salvo… ¡pero a que no fue al DOBLE de la velocidad del sonido!». Le preguntamos si estaría apelando a la Madre Naturaleza su decisión de castrar a todos los demás hombres del planeta, a lo que él contestó: «En verdad no, mano: no puedo reclamarle nada, porque se me cayeron las guaretas espontáneamente cuando vi la transmisión en vivo del evento», se lamentó tristemente.