«¡No te vayas, Millo!», lloró desconsolado Máicol «El Bichote» Rodríguez, cabecilla de varios puntos de drogas, mientras se manifestaba al frente de la casa de Díaz Colón. «Queremos que los guardias de la Policía sigan siendo tan incapaces de atraparnos como de costumbre para que podamos seguir haciendo de las nuestras impunemente. Necesitamos que la Uniformada siga siendo un salpafuera y que cada vez que los Federicos miren pa’llá se la pasen encontrándoles trapitos sucios que los distraigan de sus labores investigativas. En otras palabras: ¡Millo, necesitamos tu ‘liderato’ en la Policía! ¡No queremos que Fortuño finalmente la pegue y nombre a un superintendente que sepa lo que está haciendo!».
El gobernador Luis Fortuño negó que la renuncia de Díaz Colón haya sido por petición del mismo Primer Mandatario, «¡pero no he dicho que no se la haya pedido de alguna manera sesgada alguna otra persona de mi administración!», intimó con una guiñada zalamera. Aunque se rumora que Héctor Pesquera, exdirector de la oficina del FBI de Puerto Rico, pueda ser el nuevo superintendente, la clase criminal de la Isla exigió que se restituya a Díaz Colón en su plaza, «o, en su defecto, que pongan a Querellita, la gallina aquella que se la pasaba cagando el piso del Cuartel General de la Policía — ¡aunque francamente preferiríamos a Millo!».