La imputación de la querellante es que Leonard Prohil, a quien se le presentó como un «seminarista diocesano» (whatever the fuck THAT means), abusó de ella sexualmente en dos ocasiones diferentes, ambas en la Capilla Santa Ana en el Viejo San Juan. El incidente cuenta con los elementos que típicamente componen un escándalo sexual de la Iglesia Católica: un feligrés cuya confianza en la Iglesia es abusada para aprovecharse de él; un representante eclesiástico a quien se le notifica del abuso pero que se hace de la vista larga; y un alto funcionario emitiendo un comunicado de prensa soso que no admite culpa y que se limita a pedir que oremos por los involucrados. Sin embargo, gracias a Dios esta vez al menos la víctima no es un nene prepubescente, lo cual muchos dentro de la alta jerarquía católica están poniendo en el «Win» column.
«Ezto demueztra que la Iglezia Católica eztá progrezando como Dioz manda», aseguró el Arzobispo Juan Manuel Cabral de Goytía y Amenizábar, quien, a pesar de su acento de gallego atolondrado y su apellido pluscuamcastellano, es puertorriqueño. «La gente ziempre noz acuza de pertenezer a una organizazión anticuada, retrógrada e incapaz de adentrarze al ziglo ventiuno… ¡puez ahí tienen! Al menoz ahora en vez de eztar toqueteando niñitoz menorez de edad eztamos abuzando de la confianza de mujerez adultaz… ¡ezo ya ez un gran pazo adelante, jolinez!», exclamó el arzobispo Cabral de Goytía y Amenizábar, quien, tenemos que enfatizar, se crio en Puerto Nuevo y no ha salido de la Isla ni a buscar billetes.
Este triste caso de abuso sexual no es el único escándalo con el que la Iglesia Católica ha tenido que lidiar recientemente. Por ejemplo, el sacerdote español Andrés García Torres recientemente fue apartado de su parroquia tras acusaciones de homosexualidad al haberse difundido una foto de él en la que aparecía sin camisa al lado de un joven de 28 años, igualmente descamisado. «¡Noten que ezte chamaquito ez de 28 añoz!», señaló el arzobispo Cabral de Goytía y Amenizábar con un ceceo lleno de gozo. «Zi ezto fuera la Iglezia Católica de ayer, el muchachito en cueztión tendría ezcazamente doze añoz y zería un inozente zacriztán — ¡pero ezte mandulete tiene cara de que ze laz trae!». Una nota de interés sobre este caso es que el párroco está apelando el caso al Vaticano, ofreciendo como prueba exculpatoria que le midan el ano para ver si lo tiene dilatado, demostrando así no solo una crasa ignorancia sobre la fisionomía humana, sino también una imperdonable falta de imaginación sexual.
Aprovechando la ocasión para increparle al Arzobispo por qué la Iglesia fue tan rauda y veloz en reprender a este cura por solo la mera sospecha de que es homosexual, mientras que conocidos curas pedófilos son simplemente movidos a parroquia tras parroquia, este replicó: «¡Jolinez, ez zierto que eztamoz progrezando, pero tampoco ze le pueden pedir peraz al olmo de la noche a la mañana!».