Los dos amantes que componen la afamada yuca, cuyos nombres son Yayo y Cuca, aseguraron estar separados desde hace más de una semana, decepcionando así a miles de personas quienes, estúpidamente, vieron en la enorme vianda un rayo de esperanza para aquellos que aún andan en búsqueda del amor. Cuca acusó a Yayo de pasársela ligando a otros tubérculos de la misma finca, y de no quitarle el ojo de encima «a una batata flejetrónica que corre hasta de capota». Yayo, por su parte, le imputó a Cuca haber tenido un amorío ilícito «con un tal Ñamecín, quien acá entre nos lo que parece es un mojón con problemas de miopía».
Para muchos, la moraleja de la inesperada disolución de la relación yuquense es que incluso un tubérculo tan aparentemente romántico puede encontrarse con que a veces el amor no es suficiente para mantener viva una relación en pareja. Para otros, sin embargo, la moraleja es que estar pendiente de las vivencias de una trapo de yuca es una pérdida de tiempo de proporciones jenniffergonzalísticas.