«Yo no entendí muy bien qué rayos era eso de un ‘tsunami’ o por qué se escribe con una ‘t’ que no se pronuncia, pero eso me sonó a temporal, ¿vite?», explicó Felipe «Pipe» Fuentes desde su marquesina, donde tenía más cajas de cerveza almacenadas que en la alacena del Amolao. «Tampoco capté a qué se referían con eso de un ‘cimu lacro’… ¡yo sólo sabía que las Medalla estaban en especial en Pueblo, y que lo más importante para pasar una tormenta es tener algo que beber! O sea, el alcohol sirve para muchas cosas: si necesitas luz, lo puedes usar como combustible; si te das un tajo, lo puedes usar como desinfectante; si la tormenta destruye todas tus pertenencias y te deja en la prángana, lo puedes usar para darte una buena jumeta y olvidarte de tus problemas. ¡Nada es más versátil!».
Oscar Medina, gerente general de los supermercados Econo, declaró que si por él fuera, «el gobierno haría simulacros todos los días de cualquier tipo de catástrofe que haga que la gente se escandile, pierda la cabeza, y se dedique a comprar alcohol y pañales, tales como simulacros de tornado, de terremoto, o de independencia».