El responsable de tanto desaire se defendió, arguyendo que «la pelambrería que tiene todo el mundo la tengo yo también; a través del año pasado tuve que ir cesanteando a una gran parte de mis trabajadores, y el resto se me fue en huelga cuando anuncié que iba a contratar mano de obra más barata proveniente del sur. ¡Si ustedes creen que las uniones laborales puertorriqueñas son la última jodienda haciendo paros y piquetes, se nota que nunca han encojonado a un pelotón de enanos malcriados y cascarrabias!». Barbitas Saltarín, el cabecilla de los enanos que laboraban en el Polo Norte, aseguró: «¡No puedo creer que luego de trabajar para Nicolás por tantos siglos, ahora venga a desplazarnos descaradamente con un chorro de mano de obra barata y de baja calidad proveniente del sur. ¡La madre mía va a dejar que un canadiense igualado me usurpe el trabajo!», aseguró el enano levantando al aire un diminuto puño desafiante.
Desprovisto de trabajadores que manufacturen los juguetes para regalarle a los niños gentiles del mundo, Santa Claus no tuvo remedio que buscar alternativas económicas para satisfacer la enorme demanda de obsequios. «Ustedes tienen que entender que hoy día los niños no se contentan recibiendo caballitos de madera, como siempre se ve en las películas navideñas», explicó Papá Noel. «Estos jodoncitos de ahora lo que piden son aparatos sofisticados como iPhones y PlayStation 3’s, que cualquier hijo de vecino no puede manufacturar sencillamente o comprar sin gastarse una millonada. Así que lo que hice fue irme por los zafacones del mundo buscando shoppers con cupones de descuento que la gente haya descartado, y al menos darles eso a esa trulla de nenes malagradecidos… ¡es lo más cercano a darles dinero en efectivo! ¡Ustedes saben que los especiales post-navideños suelen estar tremendos!».
Millones de niños afectados alrededor del mundo juraron que no valió la pena portarse bien para que Santa Claus les trajera «semejantes charrerías», y que para el 2010 pensaban hacer lo que les diera la gana y no obedecer a sus padres. «No se me ocurre un peor castigo por parte del Viejo Barrigón que ‘regalarme’ un shopper de Topeka», aseguró Luisito, un niño de 7 años. «¡Eso quiere decir que ahora Mami me va a obligar a ir a Topeka con ella a comprarme un juguete chipichape, seguramente de Suárez Toy House! ¡Pa’ eso que Santa Claus no me trajera na’!», exclamó el joven con ojos iracundos, seguramente ya planeando la maldad que pensaba hacerle a San Nicolás el año entrante.
Por su parte, los Tres Reyes Magos manifestaron estar en un tres y dos luego de la sublevación infantil: «¡Nosotros estamos arranca’os al igual que Santa, y pensábamos salir del paso repartiendo cupones de descuento también!», exclamó Melchor con zozobra. «Ahora sí que nos jodimos: ¡los nenes que ya nos odiaban por los regalos charros que solemos traerles, ahora nos odiarán aún más!».