San Juan, Puerto Rico – Tras el controversial comentario pronunciado por el Presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz, de que en Puerto Rico «los homosexuales tienen los mismos derechos que cualquier otro ser humano» dado que «los heterosexuales tampoco se pueden casar con personas del mismo sexo», miles de puertorriqueños heterosexuales tronaron contra Rivera Schatz por discriminar contra sus deseos de contraer matrimonio con una persona de su mismo sexo.
Thomas Rivera Schatz, visto aquí excusando su homofobia con aseveraciones baladís
El displicente comentario, que podría catalogarse como el foquetazo más descarado del Presidente senatorial contra la comunidad gay, se dio en respuesta a preguntas de una reportera quien le dio como ejemplo que un derecho que no tienen los homosexuales en Puerto Rico es el de casarse. Luego de su célebre contestación, Rivera Schatz añadió: «Además, si los homosexuales se dejaran de mariconerías, podrían participar en las sagradas bendiciones del matrimonio y casarse todas las veces que quieran, al igual que nosotros los normales. Sólo tienen que casarse con alguien del sexo opuesto, y voilà: ¡mira qué cosa más fácil! Allá ellos que se complican la vida pretendiendo casarse con alguien con los mismos genitales que ellos. ¡El Senado de Puerto Rico, por alguna razón, anda muy pendiente de los órganos sexuales de las personas que se quieren casar, y vigilaremos tenazmente que no haya genitales iguales en ninguna pareja!». Rivera Schatz admitió que esto haría que muchas «mujeres cojonú’as» no fueran elegibles para subscribirse a las protecciones del matrimonio, «pero a ésas yo les diría ‘bueno que te pase’, por no ser más mansitas y dóciles… ¿oíste, Sila?».
Sila María Calderón, la primera y última gobernadora de la Isla vista aquí con su tradicional maquillaje estilo kabuki, no podría casarse con un hombre en la opinión de Rivera Schatz
Al enterarse del decreto de Rivera Schatz, miles de ciudadanos heterosexuales protestaron de que se les estuviera coartando su derecho a casarse con la persona de su preferencia del mismo sexo. Jesmari Machado, habitante del sector La Concha de Loíza, explicó: «Yo soy una mujer hecha y derecha: no soy de ésas que anda por ahí con recortitos de militar ni con mamelucos abombachados. Por esa razón, ¿qué le importa a Rivera Schatz si me quiero casar con Yareli, mi mejor amiga desde la escuela? ¿Por qué está discriminando contra mí, que soy blanquita, penepé, y absolutamente heterosexual? ¡Contra mí no se supone que discriminen!». Igualmente se expresó Ricardo Peláez, del Barrio Palo Grande de Maricao: «Todo el que me conoce te diría que soy un macharrán de pelo en pecho, y que lo mío son las jevas y toda esa vaina… ¿pero qué pasa si me quiero casar con Ronny, mi amigo del alma? O sea, cuando yo creía que Rivera Schatz lo que quería era discriminar contra los homosexuales, no tenía problema alguno… ¡pero nadie me dijo que también venía a quitarnos derechos a nosotros los heterosexuales que queremos casarnos con personas del mismo sexo!».
Según las leyes discriminatorias propulsadas por Rivera Schatz, estos dos hombres heterosexuales no podrían casarse y formar una familia
Cuando le preguntamos al Presidente del Senado si no estaba haciéndose el idiota con su contestación frívola a la pregunta de la reportera, dado que obviamente ésta se refería a que el derecho que no tienen los homosexuales es el de casarse con la persona que ellos aman y que los ama de vuelta, éste respondió: «Creo que mi récord te contestaría esa pregunta diáfanamente: yo no estaba, bajo ningún concepto, haciéndome el idiota». Luego, pidiéndole que aclarara si no consideraría que una persona que quisiera casarse con alguien del mismo no sería, por definición, homosexual, éste respondió: «¡Para nada! Créanme, que conozco a muchos heterosexuales que les encantaría casarse con alguien del mismo sexo… ¡de eso pueden estar seguros!», aseveró con una sonrisa zalamera y una guiñada de complicidad. Finalmente, preguntándole si no sería discriminación a base de sexo el que las mujeres tengan el derecho de casarse con un hombre, pero los hombres no tengan ese mismo derecho, éste respondió: «Ok, ok, ya te me estás poniendo majadero… y para majadero, ¡yo!».