Isla de Mona, Puerto Rico – Para finales del 2008, la Isla de Mona contará con una instalación donde científicos, profesores y estudiantes podrán realizar investigaciones que los ayuden a conservar las especies que abundan en el lugar, habilitando a su vez a la pequeña islita con los más modernos avances del lujo y el confort que, Dios mediante, no acabarán exterminando dichas especies.

Así lo anunció el Gobernador, Aníbal Acevedo Vilá, y el Secretario del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), Javier Vélez Arocho. Según Acevedo Vilá, la construcción del nuevo centro permitirá que los investigadores pernocten en la Reserva Natural mientras hacen sus estudios, pero nunca estando muy lejos de un Starbucks. «Esto va a cubrir la necesidad de los investigadores además de ser un lugar único con un gran potencial turístico», expresó Acevedo Vilá, quien pasó el fin de semana en una de las nuevas casas y aprovechándose de los servicios del «Mona Island Spa» que ya abrió sus puertas ahí. «Me dejaron las cutículas inmaculadas, y el cutis suave como nalga de bebé», aseguró veleidoso el Gobernador.

La Isla de Mona tiene una capacidad para 105 personas, aunque esa capacidad aumentará con la construcción del primer edificio multipiso, previsto para el 2010 según el plan presentado a la prensa. El Centro de Visitantes tendrá placas de fotovoltaje en el techo para ayudar a reforzar las placas solares que existen en el lugar; además, contará con un internet café, dos salas de cine a ser administradas por Caribbean Cinemas, y un supermercado Econo, porque tener un Mr. Special sería, en las palabras de Vélez Arocho, «demasiado cafre». Entre los atractivos naturales de la reserva se encuentran animales como la iguana de Mona, tortugas marinas, y una especie de sapo llamada Moneris tecatensis que provoca alucinaciones al ser ingerido, y cuya venta podría ser, según Acevedo Vilá, «la respuesta para generarle ingresos al Gobierno sobre las costillas de los farmacodependentes puertorriqueños».


Un científico del DRNA demostrando cómo «tripear bien duro» con los sapos Moneris tecatensis

Con relación a los visitantes, se informó que tendrán que solicitar un permiso al DRNA para poder visitar y pernoctar en la Isla de Mona, además de pagar un impuesto de cinco dólares diarios, sacar un sello de diez dólares en Colecturía, y un certificado de buena conducta de la Policía. «Creemos que, ya que Vieques y Culebra están totalmente jodidas, es hora de enfocar nuestra atención jodedora en Isla de Mona, que bien podría convertirse en un lugar con un balance de conservación ambiental y pesquisas científicas mano a mano con ecoturismo,» indicó el Gobernador, añadiendo: «Y si en el proceso a par de especies se las termina de llevar Pateco, pues, qué se le va a hacer… hay que ir donde está el billete, yo«.


Una impresión artística de cómo se verá Playa Brava, en la Isla de Mona, a finales del 2008

Se prevé además la construcción subsecuente de un hotel tipo resort para albergar a los científicos, sus familias y funcionarios del Gobierno en sus vacaciones. «Esas personas tendrán que comer,» añadió Acevedo Vilá, revelando el plan para construir un food court con varios restaurantes y una barra. «Es una progresión natural,» explicó el Gobernador, añadiendo que «cuando el planeta Tierra se joda, iremos a la Luna».


«Ambientalistas… ¡aquí tienen el violín más pequeño del mundo!», exclamó Acevedo Vilá, dándole un foquetazo preventivo a aquéllos que sin duda protestarán el proyecto