Los congresistas federales le lanzaron al aire una deliciosa galletita a Bonilla (la cual él atrapó juguetonamente en la boca tras dar un brinco) y le dijeron «Who’s A Good Boy? You Are!» mientras le rascaban la cabeza. Orondo, Bonilla quiso agradecerle las señales de aprecio a sus benefactores: «Ai am beri jápines yu salut tu mí in dis máner. Ai am beri agradecideichon tu yu for ol de beri gud zings di neichon of di Iunáited Esteits giv tu mí an tu mai pípol (¡iben if güi ar beri malagradecideichon!). ¡Olso, di cuqui guas beri beri delichus!», exclamó el Representante en «el difícil».
Al escuchar esta calificación del idioma anglosajón, sin embargo, Bonilla gritó alterado: «¿¡Cómo que ‘el difícil’!? ¿Qué tiene de ‘difícil’ el inglés, si hasta yo puedo hablarlo a la perfección? ¡Miren que yo tengo un tátaratatarabuelo que murió luchando en contra de los británicos, en defensa de ese mismo idioma del cual ustedes ahora se burlan! ¡Di guáchafit is óuber! ¡Inof is inof! ¡Dount puch it!», sentenció rossellísticamente.