Todas las Tiendas, Puerto Rico – A pesar de cotidianamente cantarse pobres cuando se trata de pagar sus deudas, millones de puertorriqueños encontraron mágicamente que para las ventas del madrugador del pasado «Viernes Negro» sí contaban con todo el dinero necesario para irse de compras. «¡Chu Bijne, esto fue como un milagro!», exclamó Don Leopoldo Martínez mientras salía de Costco con un enorme televisor plasma. «Yo pensaba que estaba más pela’o que un chucho viejo, pero cuando vi en el shopper de Costco que iban a tener a este televisor tan grandote en especial, de repente resultó que sí tenía chavos. O sea, este HDTV de 50 pulgadas es 1080p y me costó sólo $800… ¡eso es sólo $1.35 por ‘p’!», exclamó emocionado. Igualmente se manifestó Doña Jesusa Torres, quien llegó a la casa con un set de lavadora y secadora Kenmore que logró obtener luego de hacer fila por cuatro horas, empujar a «cinco viejas chochas» fuera de su camino, y guapeársele al dependiente de Sears quien perjuraba que se le había acabado el inventario: «Yo normalmente no tengo chavos en la cuenta de cheques y estoy entarjetá’ hasta las teleras, pero milagrosamente apareció el dinero para comprarme este segundo set de lavadora y secadora que necesitaba. ¡Ahora podré hacer dos tandas de ropa a la misma vez, y acabar los quehaceres del hogar más rápido para así poder ver mi telenovela a tiempo!». Manuel Colón, gerente general de Wal*Mart en Puerto Rico, admitió haberse sorprendido con la cantidad de gente que pernoctó fuera de sus establecimientos para poder beneficiarse de la venta especial: «O sea, ésta es la misma gente que no puede llegar a su trabajo a las 8:30 AM porque es demasiado temprano (si es que trabaja), que no tiene dinero para pagar el mantengo de sus hijos, y que se queja por tener que hacer una fila de dos horas para renovar la licencia de conducir… ¡pero cuando se trata de poder conseguirse una buena ganga, ahí sí madruga sin problema como si fuera inauguración de Krispy Kreme, y no tiene problema encontrando los chavos! Digo, yo no me quejo, vite: ¡que viva el espíritu del consumismo y la vagancia selectiva del puertorriqueño promedio!», exclamó orondo el comerciante mientras nadaba en una piscina de dinero estilo Tío Rico McPato.
Si gente durmió fuera de un Krispy Kreme por comer donas grasosas y medio vacías, ¡cómo no lo iba a hacer por «ahorrar chavos» comprando cosas para las cuales supuestamente no tenía dinero!