San Juan, Puerto Rico – Luego de estar con Luis Fortuño en Plaza Las Américas, el alcalde de San Juan y candidato a la reelección por el Partido Nuevo Progresista, Jorge Santini, se llevó a Fortuño con él a visitar varios barrios de San Juan para hacer campaña. Durante la caminata, hizo varias «ofertas que no podían ser rechazadas» a los votantes indecisos.
Hay quienes dicen que Al Capone hizo un pacto con el Diablo para conseguir inmortalidad y que todavía está entre nosotros. Y sí, ése es Al Capone a la izquierda: estamos igual de asombrados que ustedes…. Well, not really…
«Vaya, Paquito… ¿cómo estás?», le dijo Jorge Santini a Paco Pérez, dueño de «El Cafetín de Paco» en el Barrio Caimito del Municipio. «Me dicen que no sabes si vas a votar por mí», le dijo Santini a Paco, quien se veía algo nervioso al tiempo que Santini le echaba el brazo. «¿Qué puedo hacer por ti para convencerte a votar por mí? ¿Todo bien con los permisos aquí? ¿Ningún problema? Yo sé que el municipio brega bien ágilmente con los permisos para vender alcohol del municipio. Sería lamentable que por algún tecnicismo burocrático estuvieras teniendo problemas. Bien lamentable… Pero, eso no ha pasado y si sigo siendo alcalde, probablemente nunca pasará. Así que… ¿todo bien?». «Sí, señor alcalde», respondió Paco con mirada nerviosa. «Señor alcalde… así mismo es: me imagino entonces que cuento con tu voto. ¡Chévere!», dijo Santini alejándose dándole una palmadita en el hombro a Paco.
Cruzando la calle, el alcalde paró en el portón de Doña Matilda Santiago, quien estaba acostada en una hamaca colocada entre los dos frondosos flamboyanes de su patio. «Doña Matilda…buenos días. Me dicen las malas lenguas que Ferdinand Pérez [candidato a la alcaldía por el PPD] paró por aquí el otro día y que usted le ofreció un cafecito… ¿No me va a ofrecer uno a mí?», dijo mientras doña Matilda se acercaba tímidamente al portón. «Nada, no se moleste, que estoy apuraíto. ¿Tiene alguna duda sobre cualquier cosa que haya dicho Ferdinand? Me imagino que empezó a decir que yo me la paso dizque asesinando árboles en San Juan, como estos frondosos flamboyanes en su patio», dijo Santini mientras doña Matilda miraba con preocupación hacia su fresca hamaca. «De cualquier manera, solo quería asegurarle que eso se hizo porque los árboles en San Juan estaban demasiado pega’os de los postes de luz. De hecho, no puedo evitar notar que las ramas de sus árboles están como que llegando a los cables de luz. No se preocupe, yo envío un par de trabajadores del municipio a cortarle las ramitas. No quisiera tener que tumbar los árboles de raíz, porque esa hamaquita se ve tan fresca… Bueno, a menos que algún experto que trabaje para mí en el municipio diga lo contrario, pero dudo mucho que pase. ¿Sabía usted que aún perdiendo sigo siendo alcalde como mes y medio más? Anyway, le envío esa gente para mañana. ¿Está bien?», dijo sonriente el alcalde. «Si señor alcalde», dijo Doña Matilda. «Señor alcalde, así me gusta… Cuento con su voto entonces», dijo Santini alejándose con amplia sonrisa.
¿Quieres echarte fresquito en San Juan? Pues cómprate una piragua. Eeeh… Ivonne, nos tumbamos la foto, ¿está bien?
Luis Fortuño, quien observó con incomodidad los intercambios de Santini con doña Matilda y don Paco, se le acercó a Santini para decirle que no se sentía muy cómodo con el tono de voz y contenido de sus «exhortaciones» a los votantes. Santini, sonriendo y poniendo sus manos en la cara de Luis, le dijo: «Millhouse, ¿te acuerdas de lo que te dije cuando te di mi endoso? ¿Qué te dije?». Tragando fuertemente, Fortuño contestó: «¿Que me portara bien o me soltaba a Rosselló, a Schatz y a Aponte?». «Exacto», contestó Santini, «pero hasta ahora te estas portando bien, así que estamos bien». Tragando de nuevo, Fortuño contestó: «Gracias, señor alcalde». «Así me gusta, señor alcalde… señor alcalde…», dijo Santini mientras se alejaba.
«Espero no haberlo encabrona’o», dijo Fortuño al tiempo que forzaba una sonrisa eddiemirosiana para nuestras cámaras