Brasil es el país anfitrión de los juegos de la Copa Mundial de Fútbol del 2014, y recientemente fue el escenario de la pateada de trasero más aparatosa que haya sufrido dicha nación en las últimas décadas, al perder contra Alemania 7 a 1. «Eu esperu que us mauditus alemanis sían diabéchicus», maldijo entre sollozos el manejador del equipo, Luiz Felipe Scolari, con su adorable acento carioca, «¡porque después yi esta tremenda comida yi dulchis que nus han dadu, eu queru que ellus caigam em uma coma diabéchica y que tengam que cortarlis as dus piernas!».
Sin embargo, no empece el ambiente sombrío y hediente a derrota que permea el país anfitrión, los turistas estadounidenses se preguntaron por qué no había en las calles «un carnaval compuesto de coloridas carrozas floridas, ágiles bailarines luciendo fastuosos ropajes, y tipas ‘estetá’s que ni botándolas se acaban». Según todas las películas de Hollywood que ellos han visto, aclaran, «todas las noches en todas las ciudades en Brasil hay una festiva procesión y un pariseo desenfrenado, y el que Alemania les haya llenado la cara de dedos siete veces en este último partido no debería de ninguna manera amilanar el bacanal de jevotas pechugonas que nos han prometido consistentemente las películas del cine americano».
Decepcionados, los visitantes estadounidenses declararon que «ya que Brasil parece estar cundí’o de gente amotetá’ y moquicaída, buscaremos satisfacer nuestra sed de jangueo visitando otros países tercermundistas de esos donde los nativos parecen inmigrantes ilegales. Para empezar, nos daremos la vuelta por México, que seguramente esta noche estará celebrando el Día de los Muertos –¡como todas las noches! Digo, más vale que México nos bregue el caso y cumpla con nuestras expectativas de ver una procesión de gente vestida de esqueletos», advirtieron los visitantes gringos, «porque si no podemos creer en la fidelidad cultural de las películas de Hollywood, ¿en qué podemos creer?».