«¿Cómo puede ser que el Congreso haya rechazado mi petición de invadir un país islámico?», se preguntó anonadado Barack Obama cuando la legislatura le negó el permiso que, según la Constitución, necesita el presidente antes de hacer una incursión militar en un país extranjero –¡no que dicha falta de permiso lo haya detenido antes! «Hasta los republicanos, quienes normalmente quieren hacer mierda a cualquier país cuya gente hable árabe, use turbanes y/o no sean muy blanquitos que digamos, me mandó a freír espárragos. ¿Qué se supone que haga ahora yo con todos estos discursos que escribí en los cuales aparento tener sentimientos encontrados entre ‘ser la policía del mundo’ y salvaguardar la vida de civiles inocentes?», cuestionó deprimido el primer mandatario, mirando melancólicamente una foto de Al-Asad con cuernitos de diablo y bigotito hitleriano.
Para combatir su desánimo, Obama se ha dedicado a estudiar minuciosamente un mapa del Medio Oriente, llegando incluso a montarlo en la pared y usarlo como blanco de dardos para encontrar un nuevo objetivo para sus inquietudes militaristas. «Sé que aquí se halla la solución a esta bajadera de moco que estoy pasando», aseguró el presidente esperanzado. «Hay tantos paisitos tercermundistas musulmanes que aún no hemos invadido que seguramente encontraré al menos uno que los republicanos me dejen bombardear… ¡digo, no que los republicanos sean quienes sientan las pautas en mi propia administración!», aclaró rápidamente, a ver si alguien se lo creía.
El líder estadounidense anotó en una libreta varios nombres de naciones musulmanas en el Oriente Medio que sonaran «exóticas», «no invadidas» y «pluscuamislámicas», a ver si algunas de ellas logra cautivar la sed de sangre xenofóbica del caucus republicano. «¿Qué tal un poquito de Baréin, o un Yemencito, con una pizca de Catar por el lado? ¡Cada una de esas suena más bombardeable que la anterior, y mira que nuestros arsenales tienen misiles de sobra, que están ahí muriéndose de la risa, cogiendo polvo y enmoheciéndose a plazos cómodos!». El presidente también anticipó que Omán podría resultar un blanco atractivo para los legisladores del GOP, dado que «eso de ‘Omán’ suena musulmán y medio gay a la misma vez — ¡uniendo perfectamente dos de los blancos favoritos del odio de los conservadores!».
Obama intimó que sabe que no se le hará fácil conseguir la autorización para invadir otra nación de un Congreso que no se puede poner de acuerdo ni en la hora que es. «Quizás si aparento no quererlo mucho, o mejor aún, estar completamente en contra del ataque, entonces los republicanos sí favorezcan la intervención bélica. ¡Solo tengo que perfeccionar el arte de la psicología inversa y del mind-fuck!», exclamó el presidente sagazmente.