Citando los viejos adagios que dicen que «hombre precavido vale por dos»; que «más vale prevenir que tener que lamentar; y que «la madre mía aterriza en Puerto Rico», Papá Noel explicó su raciocinio: «Ustedes se creerán que en Polo Norte no nos enteramos de lo que sucede en su isla, pero se equivocan — allá nos llega El Nuevo Día, El Vocero, y ¡válgame Dios!, hasta Primera Hora. Estamos al tanto que en la ‘Isla del Encanto’ está el ladrón a mano armada que hace orilla y que le pegan un tiro al más lindo por cualquier cosa. ¡Figúrate tú qué tremendo blanco para los cacos sería yo, un anciano barbudo vestido de colora’o cargando bolsas llenas de mercancía! ¡N’homb’e, no!».
A los niños del país, sin embargo, les importaron poco las explicaciones del «viejo barrigón», y exigieron un resarcimiento de agravios. «¿¿¿¡¡¡Y QUÉ. Cuernos. Hago. Yo. Ahora. Con. UNA. BICI. ROTA!!!???», gritó iracundo Luisito Fernández, un niño de seis años, en pleno tántrum. «O sea, no la puedo correr, y ni siquiera puedo vendérsela a ninguno de los nenes del vecindario porque está hecha mierda. ¡¡¡Más vale que me traigas un regalo mañana, gordo barrigón, porque de otro modo no habrá lugar en el planeta donde te me puedas esconder!!!», vociferó el pequeño.
Similarmente opinó Susanita Martínez, cuya «News Anchor Barbie» llegó completamente destrozada: «Yo me porté bien todo el puñetero año para que Santa me trajera la muñeca que yo quería», masculló la encolerizada niña entre dientes apretados. «¡Si llego a haber sabido que el viejo barraco ese lo que me iba a traer era a ‘Car Wreck Survivor Barbie’, le hubiese hecho la vida cuadritos a mi hermanito menor todo el santo año con un gusto cabrón!».
Por otro lado, los padres de los niños comunicaron su apoyo a San Nicolás: «Comprendemos perfectamente que un forastero de la tercera edad no quiera andar por ahí solo a las tantas de la noche: ¡nosotros tampoco lo haríamos! Y esto de que los regalos hayan llegado rotos nos parece bien: nuestro nenes ya tienen bastantes juguetes que ni caso les hacen, y quizás esto les enseñe a valorar un poco más lo que tienen. ¡Lo único malo del asunto es tener que aguantar tanto llantén de mocosos malcriados!».