«Como hemos prometido desde el principio, aquí no va a quedar ningún legado de un negrito que se creía que podía ser un presidente de trascendencia y no sabía cuál era su sitio», explicó Mitch McConnell, orgullos sureño de Kentucky, presidente del Senado, y arquitecto del triste espectáculo de ayer. «Es OB-vio que si te enfermas y no tienes con qué pagar tratamiento, esto es un reflejo en tu incapacidad de asumir responsabilidad personal. Es por eso que este partido no se detendrá hasta que se invente un sistema que penaliza al máximo a la persona que no haya logrado acumular el capital suficiente para asegurar su sustento y el de su familia», continuó el cara de tortuga.
McConnell dio por acabada su conferencia de prensa bañado en aplauso de los evangélicos blancos del país que de alguna forma creen que esta monstruosidad es cristiana.