La venta de Powerball en la Isla comenzó en septiembre del año pasado (con el propósito implícito de mantener pobres a los pobres), y en este corto plazo ya se han registrado dos ganadores boricuas. El primero de estos, en diciembre del 2014, suscitó una predecible ola de comentarios racistas, xenofóbicos e ignorantes en la tuiterósfera estadounidense, con joyitas estilo «Yo no soy racista, pero, ¿cómo es que un marroncito igualado que no paga impuestos fue capaz de robarnos el Powerball a nosotros, los verdaderos americanos?»; «Yo no soy xenofóbico, pero, ¿por qué estos puertorriqueños tercermundistas no regresan de donde vinieron y se ponen a ganar sus propias loterías?»; y «Yo no soy un ignorante con dos dedos de frente, pero, ¿cómo es posible que alguien pueda ganar la lotería solo habiendo comprado un boleto como indican las reglas y habitando en uno de los lugares donde es válido el sorteo?».
El más reciente ganador boricua provocó una respuesta similar al anterior, razón por la cual los puertorriqueños han decidido continuar ganando el Powerball con el fin explícito de «agriarle la vida a esos gringos pendejos que no soportan que gente con melanina tengan éxito». «Yo pensé que estaba contento de haberme pegado con $50 millones de dólares», declaró extático el nuevo multimillonario, cuyo nombre nos reservamos para evitar que aparezcan «primos» de la nada a pedirle chavos. «¡Sin embargo, saber que le subió la presión arterial a esa trulla de racistas ignorantes vale más que todo ese dinero!». El ganador prometió que dedicará gran parte de su fortuna a «pasearse por estados sureños retrógrados en una enorme limosina que tenga escrito por fuera: ‘¡Soy boricua, me pegué en el Powerball y ahora son más rico que tú!’ (digo, tú sabes, aunque en inglés, ¡pa’ que lo entiendan!)».
«Yo nunca he apostado ni un solo un centavo en mi vida», explicó Tomás Sánchez, otro boricua que ansía hacerle la vida cuadritos a la gente prejuiciada. «Nunca he entrado a un casino, nunca he comprado ni un billetito de la Lotería Tradicional… es más, ni siquiera he jugado a las picas en las ferias patronales. ¡Pero vale la pena convertirme en un apostador empedernido solo por una quintillonésima probabilidad de ganarme el Powerball y arruinarle la semana a gente que nos ve como parásitos indeseados!». Del mismo modo Zuleyka Torres indicó que planea gastar «hasta lo que no tengo» en boletos de Powerball, «primero que nada, porque parece que ser puertorriqueño como que te aumenta las probabilidades de ganar, y segundo, porque simplemente vivo para trolear a los haters. ¿Qué mejor manera de jartarlos de odio que ganando millones de dólares siendo marrón e hispanoparlante?».
Por su parte, Don Gumersindo Martínez, férreo defensor de la estadidad, declaró: «¡Por eso es que Puerto Rico necesita convertirse en el Estado 51 lo antes posible! El día que finalmente formemos parte de esa gran nación, todos estos prejuicios contra los boricuas evanescerán en el éter: los americanos sabrán dónde queda Puerto Rico, apreciarán nuestras idiosincrasias culturales, y nos aceptarán como ciudadanos de primera categoría», aseguró, quizás porque nunca le ha preguntado a una persona del Medio Oriente que haya obtenido la ciudadanía americana cuán aceptada se siente.