«Sé que estos últimos cuatro años no han sido lo que ustedes esperaban», se disculpó el Presidente ante una congregación de electores demócratas. «A pesar de que cuando fui electo tenía una mayoría en la Cámara de Representantes y una supermayoría en el Senado, por alguna razón mística aún así apenas logré cumplir mis promesas de campaña y me bloquearon la mayoría de mis proyectos de ley. Lo único que logré que pasara, a duras penas, fue mi plan para que todos los americanos tuvieran seguro médico, y quién sabe si pronto me derogan la ley o me la hallan inconstitucional. Es que te digo, yo no pego una ni con chicle. Tendrán que disculparme», urgió Obama. «Ya ustedes saben que lo mejor que hacemos los demócratas es ser pusilánimes y dejar que los republicanos nos pasen por encima como troc de la SeaLand».
El nuevo estribillo, una variación del optimista «Yes, We Can!» de los comicios del 2008, hace alusión al hecho de que la realidad le dio un amansaguapo al político novato en su primer cuatrienio, pero que ya está al tanto de cómo se bate el cobre en Washington. «Quizás fui algo iluso en mis primeros cuatro años como presidente», admitió Obama. «Pensé que el lavado de cerebro que le hice al pueblo americano para que me eligieran también había surtido efecto en mis contrincantes políticos, pero claramente eso no fue así. Esta vez vengo preparado con un Jedi mind trick para mis compañeros republicanos empeñados en llevarme la contraria», adelantó. «¡Proponer lo opuesto de lo que quiero!».
Por más que Obama quiera echarle la culpa de todos sus males al partido de oposición, sin embargo, muchos opinan que el Presidente no ha sido un enérgico campeón de su propio plan de gobierno. «Por ejemplo, él dijo que quería cerrar el campo de detención en Guantánamo y aún sigue abierto como si na'», ilustró un decepcionado votante demócrata. «Aseguró que limitaría los poderes del Gobierno para vigilar a la ciudadanía, pero todavía pueden escuchar nuestras llamadas como si fueran la vieja chismosa del barrio. También inició una incursión bélica en Libia como Tito Cojones, sin pedirle permiso al Congreso: ¡ni Bush hizo eso! Y para colmar la copa, los otros días ordenó que asesinaran a un ciudadano americano que vivía en el exterior porque era aliado de Al Qaeda, algo que hasta los mismos republicanos aplaudieron. ¡Al menos ya sabemos hasta qué grado tiene que llegar Obama para lograr la aprobación del Partido Republicano!».
Aún no está claro si esta nueva ruta de humildad y admisión de fragilidad le funcione a Obama, pero él se mantiene optimista: «Mi única esperanza a estas alturas es que el pueblo americano prefiera un presidente demócrata debilucho que no cumpla nada de lo que prometa… ¡en vez de un presidente republicano de mano dura que sí haga todo lo que se proponga!».