Islas Recónditas Alrededor del Mundo – En lo quizás es otra señal más de cómo el sector de bienes raíces continúa sufriendo los estragos de la recesión económica, cientos de guaridas secretas de supervillanos han sido embargadas por los bancos a causa de falta de pago. Esto ha sumido a la comunidad del mal en grandes estrecheces, no teniendo ya desde dónde planear su conquista del planeta.
Bases de supervillanos como éstas fueron incautadas por el banco, y serán subastadas a precios bajísimos: ¡sería un crimen no comprarte una!
«No es nuestra culpa que hayamos tenido que recuperar todas estas propiedades», se excusó John O’Leary, Gerente del Departamento de Embargos de Citibank. «Lo cierto es que nadie nos criticó cuando le extendimos hipoteca tras hipoteca y préstamo tras préstamo a estos supervillanos para que compraran sus islas recónditas, construyeran sus guaridas secretas, y diseñaran sus armas mortíferas para acabar con sus archienemigos — ¡aunque quizás alguien debió habernos criticado por eso, ahora que lo pienso! El punto es que nosotros los banqueros somos buenos, pero pendejos no, y si nos dejan de pagar, puedes estar seguro que te vamos a quitar la propiedad, aunque tengamos que contratar a superhéroes para lograrlo». En efecto, Citibank contrató los servicios de Superman, Batman y Aquaman para incautar algunas de las propiedades, «aunque eventualmente tuvimos que prescindir de los servicios de Aquaman cuando nos dimos cuenta que fuera del agua él es un mojón».
Aquaman, visto aquí fuera del agua
Una vez confiscadas, las guaridas secretas fueron rápidamente puestas a la venta a precios sumamente módicos. Por ejemplo, la Isla de la Muerte, otrora la guarida del temible Dr. Macabro, tiene un precio de medio millón de dólares, a pesar de que nada más la cantidad de armas mortíferas que alberga está valorada en tres veces eso. «No dejen que el nombre los intimide», aseguró O’Leary, dando un tour alrededor de la propiedad enseñándosela a posibles compradores. «La Isla de la Muerte es simplemente una belleza, con densos follajes, clima subtropical perfecto, y más cohetes derriba-aviones que muchas bases militares». Una vez dentro de la base, O’Leary mostró los pasadizos secretos, equipos de tortura, y la estación de mando con 25 pantallas de televisión y un panel de control repleto de botones y luces parpadeantes. «Al precio que la estamos vendiendo», aseguró el banquero, «¡esto es una ganga! Y como bono, también a quien compre la propiedad le regalaremos el Señor Bigotes, la mascota del Dr. Macabro. ¡Actúen ahora, antes de que sea demasiado tarde!».
El Señor Bigotes no parece estar contento de haber sido parte de la propiedad incautada
Claramente, los supervillanos están sumamente molestos de haber sido despojados de su hogar y el lugar desde donde planeaban cómo dominar el planeta y matar a su archi-enemigo en el proceso. «Ciertamente tenía demasiadas deudas», admitió el Dr. Macabro. «Y honestamente, muchas de ellas fueron por querer obtener mi doctorado en Artes Maléficas, en vez de quedarme con el bachillerato: ¡es que sin el título de ‘Doctor’, mi nombre como que no hubiera sonado tan intimidante! Total, es que fui tonto: pude haber sido simplemente un doctor de embuste, como Dr. Phil o Dr. Dre». Haciendo un inventario mental de las facilidades de su antigua morada, el supervillano concedió: «En realidad no necesitaba gastar tanto dinero para tener tres láseres mortales, ni centenares de robots asesinos: es que como el banco me seguía dando préstamos, yo seguía añadiéndole elementos a mi plan maquiavélico para ¡EXTERMINAR AL MALDITO CAPITÁN JUSTICIA Y HACER QUE FINALMENTE SE RINDA DE RODILLAS ANTE MÍ!«, tronó contra su archienemigo en un ensordecedor crescendo de locura. «Disculpen: es la costumbre».
El Dr. Macabro, en tiempos más felices cuando comandaba un ejército de fieles secuaces y poseía la base secreta más temida del mundo
Lo peor de todo, según aseguran muchos supervillanos, es que los precios módicos de sus antiguas guaridas le abrirán las puertas a muchos malhechores wannabes quienes simplemente adquirirán sus armas letales y hordas de robots asesinos para sembrar el caos sin haber tenido que diseñar un láser gigante para destruir la Tierra, ni haber ingeniado un plan maestro para dominar el universo. «Hablando claro, quizás deberíamos al menos desarmar estas bases y desactivar esos paneles de control antes de ponerlas de nuevo en el mercado», admitió O’Leary, «pero eso saldría demasiado caro, y ya estamos perdiendo bastantes chavos con estas propiedades confiscadas, así que así mismito se van. ¡Que se ganen los chavos estos superhéroes defendiendo el planeta contra la nueva ola de supervillanos con equipo de segunda mano!».
«¡Si actúas pronto, esta hermosa Isla de la Muerte podría ser completamente tuya!», exhortó O’Leary
Los superhéroes, por su parte, manifestaron estar de plácemes con la expropiación realizada a sus archienemigos de parte de los bancos, reportando con alivio que ahora podrán tomarse unas bien merecidas vacaciones sabiendo que estos supervillanos ya no estarán en sus guaridas repletas de armas mortíferas planeando la destrucción del planeta, sino que estarán en algún Motel 6 sin piscina ni acceso al internet.