San Juan, Puerto Rico – El gobernador Luis Fortuño efectivamente cesanteó a los Tres Reyes Magos al privatizar la entrega de sus regalos en Puerto Rico. La nueva compañía distribuidora, sin embargo, no encontró «costo-efectivo» visitar los hogares más humildes de la Isla, por lo que miles de niños pobres se quedaron en la prángana.

Si esta mañana encontraste un regalo de Reyes bajo tu cama, estos tres no tuvieron nada que ver en el asunto

El Gobernador explicó su raciocinio para privatizar la distribución de obsequios de Día de Reyes: «Esta decisión la tomé pensando en el bienestar económico de la Isla, tanto como por razones de seguridad. O sea, este trío de musulmanes misteriosos viene a nuestra Isla, se mete en todos los hogares como Mohammed por su casa y distribuye una mercancía de dudoso proceder por la cual seguramente no pagaron IVU. ¡Pues se acabó la guachafita! ¡Ya es hora de que el proceso de entrega de regalos se regule por las leyes del capitalismo, y no estemos a la merced de unos barbú’s socialistas como si todo Puerto Rico fuera la Facultad de Humanidades de la Iupi!».

«¡Antes muerto que socialista!», prometió enérgicamente Fortuño, en lo que seguramente es el mantra republicano

Al explicar qué compañía fue la que obtuvo el lucrativo contrato de ser el único distribuidor autorizado de regalos de Reyes, Fortuño aseguró: «De más está decir que el proceso para conceder el contrato para la entrega de regalos siguió los más estrictos estándares legales llevándose a subasta públi– ¡ja ja ja! ¡No pude ni terminar de decir eso sin reírme! Na’, OB-viamente el guiso se lo llevó un panita mío que se graduó conmigo de Marista. Friendship has its privileges!«.

Esta nenita ya está sembrando las semillas de lo que en un futuro podrían ser lucrativos contratos gubernamentales

La compañía ganadora fue «Oriental Kings Distributors» (OKD, por sus siglas en el idioma que ninguno de sus empleados habla), una corporación creada con el único propósito de «distribuir, a su mejor entendimiento, los regalos que normalmente traen los Reyes Magos y poder así cobrarle al Gobierno una cantidad obscena de dinero». Su presidente, Jaime Iñárritu de la Hoz, prometió que «el pueblo puertorriqueño puede estar tranquilo al saber que la felicidad de sus hijos el Día de Reyes descansará en las manos de una firma privada contratada por el Gobierno, pero sin supervisión de ningún organismo que responda al Pueblo. ¿Qué puede ser mejor que eso?», preguntó, sin un ápice de ironía.

A pesar de todas las promesas de efectividad y eficiencia de la OKD, ya esta mañana surgieron miles de quejas de hogares humildes cuyos niños no recibieron ningún obsequio, a pesar de haber dejado la tradicional cajita de zapatos llena de hierba. «No fue costo-efectivo llegar a ciertos lugares menos accesibles de la Isla», explicó Iñárritu de la Hoz eufemísticamente, «y tampoco pudimos ofrecer nuestros servicios en aquellas áreas con alta incidencia criminal o con baja incidencia estadista. Tienen que entender que esto ahora es un negocio: ¡si lo manejáramos como lo hacían los Reyes de Oriente, metiéndonos en cuanto recoveco hay en la Isla y llevándole regalos a todos los niños, nos arruinaríamos!».

Los niños cuyos vecindarios se asemejan a este seguramente solo encontraron hierba en sus cajitas de zapatos esta mañana

Por su parte, Gaspar, Melchor y Baltasar lamentaron que algunos hogares puertorriqueños «se hayan quedado pullú’s este año», asegurando que desgraciadamente sus recursos económicos (y falta de conexiones políticas) les imposibilitaron ganar el contrato del Gobierno de Puerto Rico para distribuir sus regalos en la Isla. «Nos da mucha pena que no todos los niñitos boricuas hayan recibido un regalo (aunque sea ropa o un juguete charro de Pitusa)», confesó Melchor apenado. «Sin embargo, no nos atrevimos a distribuir obsequios por nuestra cuenta porque Fortuño amenazó con que si volábamos sobre territorio puertorriqueño, haría que sus panitas en Washington nos tiren de cabeza en Guantánamo… y como esa gente odia a cualquiera con un nombre musulmán, ¡no nos quisimos arriesgar!».

Por El Rata