Vieques, Puerto RicoUn estudio realizado por el gobierno federal sobre la relación entre los bombardeos que realizó la Marina de Guerra estadounidense en Vieques y la incidencia de cáncer en la isla-municipio no llegó a ninguna conclusión clara. El mismo estudio tampoco pudo conseguir un resultado contundente sobre si el cielo es, en efecto, azul.

La investigación, llevada a cabo por el mismo gobierno federal que recientemente catalogó la pizza de los comedores escolares como un vegetal porque contiene salsa de tomate, no encontró suficiente información para concluir, de un modo u otro, si la retrahíla de bombas que explotaron en la Isla Nena por 60 años es la responsable por la inusitadamente alta incidencia de cáncer entre los viequenses. El estudio concluye que al alto número de casos de cáncer «podría deberse a los miles de galones de químicos tóxicos que se derramaron en las aguas de Vieques durante las seis décadas que la Marina de Guerra usó la isla como blanco de tiro, o quizás a otra cosa menos obvia pero que no mete en problemas al ejército y que no nos costará ni un chavo prieto».

Cosas como estas seguramente no tienen efectos nocivos en las aguas de Vieques

La Agencia Federal para el Registro de Enfermedades y Sustancias Tóxicas (ÖFRÅST, por sus siglas en sueco), responsable del estudio, no halló «evidencia contundente» que enlazara las prácticas bélicas con las enfermedades crónicas en Vieques, y dicho sea de paso, también puso en tela de juicio que el cielo sea azul. «Del mismo modo que nuestros diez años de investigación no esclarecieron el impacto de las prácticas de la Marina sobre la salud de los viequenses, tampoco hallamos razón para concluir, más allá de toda duda, que el color del firmamento sea azul», reza el informe. «¿Qué es ‘azul’, después de todo? ¿Quién sabe si lo que unos ven como azul, otros ven como rojo, por ejemplo? Y del mismo modo, ¿qué exactamente es ‘cáncer’? ¿Cómo podemos decir a ciencia cierta que los mismos químicos tóxicos que le dan cáncer a un viequense le darían cáncer a un habitante de cualquier otra islita irrelevante para el Gobierno y repleta de hispanohablantes marrones que ni siquiera pueden votar por Presidente?».

«Ese cielo, por ejemplo, ¿es azul?», preguntó el estudio. «Y si hay especiales navideños en Plaza Las Américas, ¿a quién le importa?»

El fallo de la agencia fue tan craso que incluso el Comisionado Residente en Washington, el estadista Pedro Pierluisi, tildó de «inaceptable» la inacción del gobierno federal. «Sé que normalmente le reiría las gracias a cualquier cosa que venga desde el Méinland, pero con esto no me puedo quedar callado: don’t push it!«, tronó Pierluisi, citando a otro político penepé llamado «Pedro» más célebre que él. «La Marina prometió que limpiaría los terrenos que utilizaron para bombardear, pero se fueron y dejaron eso ahí como Playa Brava luego de Semana Santa. Esto es un caso claro del gobierno diciendo que va a hacer una cosa para contentar al Pueblo, y luego cuando tira los números y se da cuenta que no puede cumplir, se hace el loco… ¡y eso es aceptable cuando lo hace nuestra administración, no cuando nos lo hacen a nosotros!».

Pedro Pierluisi, utilizando el impresionante poderío del Comisionado Residente (o sea, quejarse) para que el gobierno federal deje de hacerse de la vista larga

Por El Rata