San Juan, Puerto Rico – Al igual que ha estado sucediendo desde la mañana de hoy alrededor del mundo, cientos de miles de grotestcos zombis han invadido repentinamente el país, sembrando el terror entre los ciudadanos. Los portavoces de los muertos vivientes anunciaron que estos estarán manifestándose en contra del Gobierno para reclamar mejores controles de calidad de masa encefálica producida localmente, arguyendo que esta los ha dejado nutriéndose de «materia que más que gris, como que tira sospechosamente a brown«.

Estos zombis se levantaron esta mañana y ya están exigiéndole cosas al Gobierno

«ZERREBRROOOOS… ZERREBRROOOS…», respondió un zombi al que abordamos para que explicara sus maléficas motivaciones con este aterrador ataque. El reanimado cuerpo se limitó a contestar con gemidos guturales nuestras preguntas, momentáneamente impedido de hablar por estarse comiendo como snack de media mañana el ojo izquierdo de nuestro fotógrafo. Ante tan sangriento y poco esclarecedor escenario, la madre mía iba a insistir en obtener declaraciones adicionales del manifestante.

La última foto que tomó nuestro temerario fotógrafo, José «Chepo» Martínez (1980-2011)

El abogado y portavoz de los sanguinarios zombis, Jorge A. Romero, aseguró que

«Miren lo desmejorado que está este pobre muerto viviente por comer cerebros chatarra», señaló Romero. «¡Se le está cayendo hasta el pelo!»

«Lo que estamos pidiendo», continuó Romero, «es lo justo: un sistema de clasificación de masa encefálica que sirva para que el zombi sepa que lo que se está comiendo no es guano». La propuesta de los muertos vivientes consiste de una clasificación de calidad de cerebros que vaya de acuerdo a los modelos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (U.S.D.A., por sus siglas en el idioma de los zombis). De aprobarse la propuesta, cada persona tendría tatuado en su frente el grado de calidad de su masa encefálica: la de un genio con doctorado sería «Grado A», mientras que le de un ingeniero sería «Angus 95% libre de grasa». La de vendedores de autos usados, tecatos, borrachones de esquina y gobernadores sería «15% carne, 85% ligamentos y cartón». «Así el zombi sabría si se está comiendo un suculento cerebro de doctor o un cerebro amarillento y pellejú’ de gobernador que haría vomitar hasta a un perro zombi», concluyó Romero.

«Por ejemplo, un cerebro como el de este médico debería estar altamente cotizado», explicó el licenciado Romero. «Digo, a menos que sea uno de esos doctores de embuste, como los dentistas, quiroprácticos o podiatras»

Al preguntarle si no temía ser devorado vil y sangrientamente por sus clientes zombis, Romero aseguró confiado que las probabilidades de que le hicieran daño eran pocas: «Vamos a ponerlo así: yo soy abogado. Si ellos se comieran mi cerebro tendrían que usar un palillo de dientes. Y ellos lo saben».

Surtido de suculentos cerebros de abogados, listos para comer

Por su parte, operativos masivos para detener el decidido avance de los muertos vivientes por Puerta de Tierra fueron infructuosos, resultando hasta el momento en la conversión en zombis de dos terceras partes de los efectivos movilizados. «¡Es una carnicería lo que está sucediendo! ¡No podemos detener el avance de estos engendros del infierno!», exclamó alarmado el General de la Guardia Nacional, Vicente Price. «Nuestras armas no parecen hacerles daño. Es necesario recurrir a algún truco o artimaña con qué engañarlos y ponernos a salvo», aseveró sin poder encontrar una respuesta definitiva al desolador avance, que según sus estimados pondría a los zombis entrando al Capitolio durante la próxima hora. «No podemos hacer nada. Solo nos queda esperar. Por alguna razón tengo el presentimiento de que todo estará bien una vez entren al Capitolio. Tengo un buen presentimiento sobre esto…», murmuró el General Price con mirada esperanzada.

Por El Rata