Chengdu, China – Poco tiempo después que la compañía automovilística General Motors, suplidora primordial de carros de boliteros, se declarara en bancarrota, se anunció que una empresa china adquiríó la línea de sus pesados carros todoterrenos «Hummer». El primer comunicado de prensa de la nueva dueña de los «Hummer», la empresa china Sichuan Tengzhong Heavy Industrial Machinery, anunció que de ahora en adelante estos robustos vehículos de ataque urbano serán renombrados «Hómel» y que estarán hechos completamente de plomo, lo que los hará, según sus nuevos dueños, «indestluctible».

Es harto sabido que China es mundialmente famosa por dotar de plomo los productos que ahí se manufacturan (como, por ejemplo, juguetes para infantes y hasta muebles); se rumora incluso que hasta sus exportaciones de hierro y acero son más de 90% plomo. No es de sorprenderse, entonces, que al hallar un campo donde usar su evidente exceso desmesurado de plomo no cause muerte o daños cerebrales a nadie, China lo aproveche para gastar todo el plomo que pueda. «Plomo sel nuestlo metal favolito», aseguró Chin Xiaohan, el Ministro de Estado chino. «Pala empezal, plomo no esclibilse con letla ‘elhle’, como ‘acelo’ o incluso ‘hielhlo’ (el cual sel el peol de todo lo metale, polque tenel do elhle), y todo el mundo sabel que la ‘elhle’ sel enemiga moltal de la Lepública China: ¡muelte a la ‘elhle’!», exclamó casi instinctivamente. «Apalte de eso, en China nosotlo tenel plomo que hacel olhlilla, así que nosotlo tlatal de usalhlo siemple que podel», aseguró en su deficiente idioma que carece de «erres», en un absoluto desafío a la voluntad divina.


En esos juguetes nada más hay plomo como para hacer dos Hómels

Como parte del plan de los chinos de mercadear al Hummer como un nuevo vehículo completamente rediseñado, su nombre será cambiado al «má fácil de plonuncial ‘Hómel'». El «Hómel» costará más de $100,000 y pesará más de veinte toneladas (mientras que el «Hummer» original sólo pesaba de seis a ocho): «No pensal en Hómel como ma pesado ahola», advirtió sin embargo Xiaohan. «¡Mejol pensal que nuevo Hómel sel meno amaliconado y ma vilil!». No empece su menor grado de «amaliconamiento» o «vililidad», lo cierto es que el nuevo peso del vehículo lo hará tan poco eficiente que en vez de rendir 10 millas por galón, rendirá unas imposibles -2 millas por galón, lo cual quiere decir que sería más eficiente empujar el carro a todos lados en vez de prenderlo y guiarlo. «¡De nuevo, no concentlalse en el poble lendimiento del motol!», exclamó molesto el oficial del gobierno chino, seguramente no acostumbrado a tener que convencer a la gente con argumentos en vez de simplemente arrollarlos con tanques para que dejen de llevar la contraria. «¿Pol qué mejol no dalse cuenta que, como el Hómel estal hecho de plomo, Súpelman no podel velhlo dentlo del vehículo?’.


Chin Xiaohan, con cara de que no aprecia el acentito chino totón con el cual lo estamos presentando

Al preguntarle a Xiaohan si no le preocupa que vender un vehículo de ataque urbano esencialmente indestructible a sus ciudadanos podría atentar contra la hegemonía autocrática del gobierno chino, éste rio y dijo: «¡Qué va! Ustede estal meando fuela del talhlo: ¡ningún chino podlá jamá costeal un Hómel! ¡Y que se atleva alguno de ello a tlatal de complarlse uno, que lapidito nosotlo mandalhle un tanquecito a su casa pala bajalhle el moco!». En efecto, Xiaohan aseguró que la venta de «Hómels» estaría prohibida en China, dado que sus propias carreteras serían incapaces de aguantar el peso del plomizo vehículo: «Yo sólo lecomendal Hómel a paíse con buen sistema de calhletela bien constluida… ¡así que lo pueltolhliqueño podel dejal de pensal en pajalito pleña’o, que ello no podel guial Hómel en su islita con calhletela lepleta de loto!».


Un Hómel hecho completamente de plomo, quebrando la carretera bajo su peso herculeano

A pesar de su prohibitivo costo, matemáticamente imposible rendimiento, y ridículo nombre, ya hay personas que han manifestado interés en ser de los primeros en comprarse uno de estos nuevos vehículos. Por ejemplo, Michael Anderson, un multimillonario tejano adicto a la gasolina, aseguró que pagaría hasta medio millón de dólares por el honor de adquirir el primer Hómel que salga de la línea de ensamblaje (la cual, dicho sea de paso, tendrá que ser reforzada para poder aguantar el peso de los vehículos). «¿Qué importa que ese carro gaste gasolina como loco y que yo posiblemente nunca tenga la necesidad de montar un ataque armado a algún estado vecino?», pregunto el multimillonario retóricamente. «¡Lo importante es que seré dueño de un Hummer, y por ende seré cool!», exclamó, como si tener un Hummer hubiera sido cool en algún momento en la historia.

Por El Rata