San Juan, Puerto Rico – La senadora Evelyn Vázquez, quien debe ser la respuesta a nuestras plegarias nocturnas para que se nos haga fácil encontrar de qué escribir, le pidió al Instituto de Cultura Puertorriqueño (PRIC, por sus siglas en el idioma de Guayama City), que aumentara la definición de lo que es la «música autóctona» para incluir géneros como «La Pelúa» y el famosísimo «Chequi Morena«.

La polémica comenzó a raíz de la Ley 223 de la Música Autóctona Tradicional Puertorriqueña, que dicta que el 30% del presupuesto que un municipio gaste en funciones artísticas debe ser dedicado a la música típica, la cual actualmente está definida como la danza puertorriqueña, la música campesina, la bomba y la plena, «tú sabes, charrerías de viejos que nadie escucha ya», opinó Vázquez. «Ya es hora de infundir algo de variedad en lo que es la música autóctona. Cierto es, no podemos viajar en el tiempo y hacer que la música típica de Puerto Rico sea otra que la que ha sido por siglos… ¡pero sí podemos cambiar la ley para que diga lo que nos dé la gana!».


«Aquí están unos tipos bailando bomba, o plena, o danza, qué sé yo», opinó doctamente la senadora Vázquez

Originalmente Vázquez había abogado por la inclusión de otros géneros que «muchos» (o sea, ella) considerarían igualmente autóctonos, como por ejemplo el reggaetón. «Hablando raitrú», dictó la Senadora en jerga juvenil, «a mí me gusta perrear… válgame, ¿y a quién no? Por el contrario, no hay nada que me aburra más que ir a una actividad municipal y tener que soportar escuchar a un viejo mella’o vestido con una guayabera y usando uno de esos sombreros de paja que se ponen, tocando la guitarrita chiquita esa que ellos siempre usan (seguramente porque no tienen chavos para comprarse una más grande), cantando sobre cuán dura es la vida de campesino… ¿a quién carajo le importa eso? ¿Para qué malgastar 30% del presupuesto de entretenimiento de un municipio en esas totonerías, si podríamos usarlo mejor para apoyar las carreras de personas que sí ameritan tener más exposición y que necesitan nuestro apoyo económico, como Wisin y Yandel y Daddy Yankee?».


Un «viejo mella’o con una guayabera» tocando «la guitarrita chiquita esa que ellos siempre usan»

Sin embargo, la Senadora no paró allí, diciendo que se le ocurren «un cojonal» de otros géneros musicales que son claramente «de aquí como el coquí» y que la Ley 223 debería admitir, empezando con el conocido baile de «La Pelúa». «A ver, ¿quién de nosotros no hay bailado La Pelúa?», preguntó retóricamente Vázquez. «¡A mí a cada rato me pedían que la bailara, y yo la bailaba tranquiléin: la bailaba por aquí, la bailaba por allá; la bailaba por delante y la bailaba por detrás. ¿No es ése un mejor legado cultural para nuestros niños?». En esa misma línea, también propuso que se añadiera el sensual baile del «Chequi Morena» a la definición de música autóctona puertorriqueña, «porque dime tú si en tu vida has visto a alguien de otro lugar, por ejemplo, a algún dominicaino, bailándose un buen Chequi Morena: ¿verdad que no? (¡pero qué carajo, si es que ellos son tan brutos que deben creer que ‘chequi’ es lo que se depositi en un banqui!). Además, hablemos claro: los grupos musicales que se dedican exclusivamente a cantar La Pelúa y Chequi Morena tienen que comer, y no todo el mundo tiene un cuerpo tan escultural como el mío y puede chiripear como El Bombón de Así».


Evelyn Vázquez bailando La Pelúa y desmintiendo la parte que dice «pelúa por delante»

«A mí, si me dejan», continuó la senadora Vázquez, «los obligaría hasta a incluir ritmos más así de fiesta patronal, como el merengue y la bachata». Al apuntarle que ni el merengue ni la bachata son géneros musicales puertorriqueños, sino dominicanos, ésta tronó: «¡No jodas! ¿En serio? Yo pensé que musicalmente [los dominicanos] sólo tocaban los palitos y cuida’o… pues nada, ¡creo que después de haber técnicamente invadido nuestra Isla, lo menos que pueden hacer es cedernos la bachata y el merengue para que sean géneros puertorriqueños!». Al preguntarle si por el contrario no sería lógico intentar admitir al menos la salsa bajo la Ley 223, Vázquez respondió que no, «porque la salsa es muy difícil de bailar, y se me traban los pies: ese género se lo pueden quedar los dominicanos si quieren». Cuando le señalamos que la salsa se le atribuye en gran parte a los puertorriqueños exiliados en Nueva York, y no a los dominicanos, Vázquez nos pidió que dejáramos ya de «ser tan majaderos».


La bachata: de aquí como el mangú

Para finalizar, Vázquez añadió que le gustaría que igualmente se añadiera la bomba al listado de géneros musicales típicamente puertorriqueños. Al informarle que, en efecto, ésta formaba ya parte del elenco de música autóctona aceptada por el PRIC, ésta ripostó: «No, nene, no: no estoy hablando de la porquería esa que bailan los negritos en las actividades culturales. Me refiero al tipo bomba que bien rica es, es, es; la que hace que me suba el ritmo por los pies, por los pies«, aseguró, mirando alrededor a ver si ella era quizás la trigueña que algún mulato buscaba para bailar bomba, bomba puertorriqueña, ¡bomba!

Por El Rata