San Juan, Puerto Rico – En un infructuoso intento de protesta pacífica, decenas de árboles puertorriqueños que formaron un piquete al frente de las oficinas centrales del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) fueron talados sin misericordia por empleados de dicha oficina gubernamental. Los árboles pretendían hacer escuchar su voz de protesta ante la decisión del secretario del DRNA, Javier Vélez Arocho, de agilizar el trámite del permiso para la tala de árboles para que éste se pudiera conceder el mismo día.


Algunos de los árboles protestantes, siendo cortados

Antes del fatal desenlace, Ramón Maderos, un frondoso flamboyán oriundo de Ceiba que fungió como el representante de sus hermanos árboles, se expresó ante la prensa reunida al frente de las oficinas centrales de la DRNA de que «es inconcebible que se esté agilizando y facilitando el proceso de cortar árboles, cuando hasta los procesos burocráticos gubernamentales más sencillos tardan días y semanas en gestionarse». Antes, para poder obtener permiso de talar árboles tenía que acudir un técnico del DRNA al lugar para aprobar la petición; ahora, con la nueva reglamentación basta sacarle dos fotos al árbol y personarse en la oficina central de la DRNA. «Déjame ver si entiendo bien», expuso el flamboyán con sus hojas rojas moviéndose de la ira. «¿Para pedir una copia del certificado de nacimiento hay que llevar un sello de pago de Colecturía, llevar un certificado de buena conducta de la Policía, presentar prueba de que no se le debe dinero a ASUME, y llevar una muestra de sangre junto a un afidávit; pero para talar diez árboles sólo hay que sacarles dos Polaroids y pa’ fuera? ¡N’hombe, no!».


El flamboyán Ramón Maderos, reunido con sus compañeros árboles para planear su protesta

Por su parte, el secretario Vélez Arocho rechazó la queja de Maderos catalogándola como «una tronco de ridiculez», añadiendo que «no veo cuál es el show con hacer más fácil que se talen árboles». Dirigiéndose a las decenas de personas que se presentaron para apoyar al grupo de árboles protestantes, incluso firmando una petición para que el Secretario recapacite sobre su decisión, Vélez Arocho dijo: «Yo no los entiendo a ustedes: ¿para qué rayos quieren tantos árboles? ¿Para que les den sombra, es? ¿Será qué ustedes tienen miedo a coger sol y coger un poquito de color, so racistas? ¿O es que quieren que haya más lugares donde los pichones puedan hacer sus nidos y joder el parto con el escándalo que arman todo el santo día, y para que les caguen los carros apenas los traigan del car wash? ¡Les estoy haciendo un favor!». El funcionario continuó aclarando que «el permiso sólo se concederá el mismo día si se trata de una propiedad privada y no un proyecto de construcción: ¡claramente con ver dos fotos del árbol tomadas por el mismo peticionante nos basta para poder constatar la validez del reclamo y concederlo al instante! ¿Qué más quieren?».


El grupo de personas que unió su voz de protesta a la de los árboes, antes de que les dieran picota

Un grupo de desarrolladores y constructores salió a la defensa del Secretario, argumentando que no le ven nada de malo a facilitar el proceso de cortar árboles. El empresario italiano Lucca Mazza Alberi, dueño de una gran compañía de construcción, apoyó vigorosamente el cambio anunciado por Vélez Arocho, citando como ejemplo lo mucho que se han beneficiado todos sus amigos y parientes, quienes van todos los días a solicitar permisos para talar diez árboles en un sector de la Barriada Barranco Abajo en Mayagüez (donde, incidentalmente, se rumora que está próximo a construirse un centro comercial). «Sin estos cambios», aseguró el señor Alberi, «mi compañía tendría que pasar tanto trabajo con papelerías y perdiendo tiempo buscando permisos: ¡por el contrario, sacarle dos fotos a cada árbol que hay que tumbar es facilísimo! Con el sistema agilizado todos salimos ganando… ¡sobre todo los futuros clientes del Barranco Abajo Mall!».

Ante preguntas de la prensa a Vélez Arocho de que si no es acaso responsabilidad del DRNA ponerle freno a la tala de árboles y salvaguardar el medio ambiente en la Isla, el Secretario respondió con exasperación: «Bueno, sí, ¡pero siempre y cuando no nos incomode! Claro que podríamos contratar más técnicos y darle prioridad a casos de mayor urgencia para servirle mejor al Pueblo, pero eso como que suena a mucho trabajo y que costaría mucho dinero: ¡no se le pueden pedir peras al olmo! Si seguimos teniendo que estar enviando técnicos para que evalúen el impacto ecológico de la deforestación de la Isla, chacho, ¡no acabamos nunca!».

Estas palabras apáticas provocaron la ira de los árboles, quienes comenzaron a mover sus ramas y a tirar bellotas por todos lados. En respuesta a tal reacción, el Secretario preguntó: «Ah, ¿se me van a poner guapitos, es? Pues bien: a ver, ¿quién aquí quiere que le apruebe un permisito para empezar a talar árboles?», a lo que varios lambeojos del DRNA ahí presentes rápidamente asintieron. En cuestión de varios minutos, los árboles protestantes fueron cortados con sierras eléctricas, en una espeluznante escena patibularia que culminó con un derroche de aserrín y hojas, y con charcos de savia regada por todo el piso, cual sangre en una primera plana de El Vocero en los 80’s.


El secretario del DRNA, Javier Vélez Arocho, presto a conceder permisos para talar a «esa sarta de árboles masquejode»

Apenas acabada la salvaje deforestación, decenas de personas aparecieron de la nada para llevarse su poquito de madera, probando fehacientemente de una vez y por todas el viejo adagio de que «del árbol caído, todos hacen leña».

Por El Rata