San Juan, Puerto Rico – Tras haber declarado el suicidio un grave problema en Puerto Rico la semana pasada, la Cámara de Representantes ha sometido un proyecto de ley que intentará de remediar el problema haciendo el suicidio un delito capital.

La semana pasada la Cámara de Representates aprobó una resolución conjunta sometida por los Representantes Rolando Crespo, Epi Jiménez y Johnny Méndez, declarando el suicidio «un grave problema de salud pública en el País» (aumentando así su estatus anterior, que era el de simplemente «una chavienda mínima que sólo afecta a algunos lloroncitos»), y, según reportó la editorial Guavate Press, haciéndolo un delito grave. Hoy, con el propósito de tratar de cortar en seco este serio problema que arropa la Isla, éstos sometieron un proyecto de ley que va más allá, proponiendo que se le atribuya la pena de muerte a todo aquél que intente o logre suicidarse.


Lechonera en Guavate detrás de la cual podría o no encontrarse Guavate Press

El Representante Epi Jiménez manifestó que «el suicidio es la cosa más cabrona que haya afectado la Isla desde el Huracán Hugo: es un asesino silencioso que tenemos que frenar antes de que acabe con todos nosotros», dictó, haciéndonos dudar si él en realidad comprende el concepto en cuestión. «Es como si hubiera una guerra entre el suicidio y los ciudadanos, y todos sabemos lo que quiere decir cuando estamos en tiempo de guerra: ¡reacciones exageradas y suspensión de derechos civiles!». Afortunadamente, no fue aprobada una versión más estricta de la ley que proponía la pena capital para la gente que tuviera siquiera pensamientos suicidas, dada la carencia de tecnología que sirva para leer mentes. «Por ahora engavetamos esa propuesta», admitió Jiménez, «pero no se pongan cómodos, que cuando perfeccionemos el Pensotrón 2000X, la volveremos a traer al foro», aseguró.


Prototipo experimental del Pensotrón 2000X

El proyecto de ley que sí fue aprobado dicta que «todo aquél que por su propia mano intentare o lograre culminar con su vida natural, será condenado a la pena capital por el método así determinado por el Código Penal vigente, y regido por la subsección IV.4, versículo 10 de la Ley 45»; según aclaró Jiménez, «o, dicho en español, que si tratas de matarte, o si lo logras, te vamos a colgar por el pescuezo». Al increparle que qué sentido tiene que haya un castigo de muerte para aquél que en efecto logre exitosamente quitarse la vida, éste contestó incoherentemente: «Ah, eso es algo que debiste haber pensado antes de meterte a mono».

Rolando Crespo, otro de los proponentes de la medida, se montó en tribuna y declaró: «¡La vida es sagrada, y nadie, ni siquiera tú mismo, tiene derecho a quitártela, excepto quizás Dios! ¡Bueno, y el Estado!». A pesar de que la pena de muerte no goza del respaldo de la ciudadanía, y está de hecho prohibida explícitamente en la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, Crespo adelantó que no ve eso como un escollo, dado que «la naturaleza de este crimen en particular es tan vil que sin duda el Pueblo avalará la pena máxima para castigarlo. ¿Quién querría que por su vecindario andaran por ahí suicidas impunes?».

«Éste es sencillamente el castigo que se ajusta a la magnitud de la ofensa», aseguró Johnny Méndez, el tercer proponente de la medida. En ese tema, se le preguntó que si no sería una reacción más apropiada el proveerle ayuda psiquiátrica a toda persona que intente quitarse la vida, a lo que éste respondió: «Nosotros no estamos aquí para añoñar al Pueblo, sino para que se siga las leyes, y como legisladores, nuestro trabajo es sacarnos esas leyes de la manga. No somos la abuela alcagüeta que le ríe las gracias al nene, sino la tía hijueputa que le da tres nalgadas al nene cuando se las merece, y que lo cuelga de un palo si se trata de suicidar».


Patíbulo que espera ansioso que alguien intente violentar la nueva ley contra el suicidio

La controversial medida goza del mayor respaldo entre la comunidad de personas con depresión clínica y enfermedades terminales, quienes encuentran confortante que aunque fallen en sus intentos de suicidio, el Gobierno se encargará de acabar su cometido si algo les sale mal. «¿Para qué joderse tratando?», preguntó José Gómez, un hombre desempleado cuya mujer se fugó con el panadero de la esquina, y quien considera quitarse la vida cada vez que ve un bollo de pan. «Es más sencillo tomarse cuatro Tylenol PM, dejar una cartita de despedida, y así, cuando te encuentren dormido, te condenarán a muerte por intento de suicidio. Es más, no sólo terminarán ellos haciéndote el favor de ejecutarte, sino que en lo que esperas, estarás en la cárcel con comida y alojamiento pagos», explicó, en lo que tiene que ser el mejor ejemplo del puertorriqueño que le gusta vivir del mantengo y pretende que el Gobierno se encargue de resolverle los problemas.

Se pautó un foro público para que todo ciudadano que pensara que se vería afectado por la medida compareciera y expusiera su caso, pero a pesar de que varias personas con agudos estados de depresión habían previamente manifestado interés en asistir, extrañamente nadie se apareció después de todo.

Por El Rata