Ponce, Puerto Rico – La cementera mexicana Cemex, respondiendo a acusaciones de que sus fábricas liberan al medio ambiente cantidades nocivas de polvo de cemento, ha asegurado que éste no es más que «polvo mágico», y que por ende los residentes de comunidades aledañas no tienen nada que temer.

«Pos la neta es que nuestra empresa no está contaminando el ambiente para nada», aseguró Guadalupe «Lupita» Juárez, Directora de Comunicaciones y Asuntos Corporativos de Cemex. «¡Toditito lo contrario, mis cuates! ¡Ese polvo blancuzco que ven flotando en los aires sobre nuestras instalaciones no es nada y más y nada menos que polvo mágico de hadas!».


Estas fantásticas hadas son las responsables del polvo que sobrevuela la cementera

Dicho «polvo mágico», según Juárez, «es un producto secundario del proceso que se utiliza para hacer el cemento, el cual, como todos saben, envuelve magia efectuada por hadas de bosque». La Directora de Comunicaciones reveló que su compañía ha contratado a centenares de hadas alrededor del mundo, las cuales usan sus poderes mágicos para hacer el cemento sin crear ningún tipo de contaminante, y que el «polvo mágico» que se levanta sobre la fábrica es simplemente «causado por el etéreo aleteo de sus delicdas alitas».


Eso que se ve no es polvo de cemento… ¿no ven cómo centellea, como si fuera mágico?

A preguntas de El Ñame de cómo explican entonces los estudios en los que el 66% de los habitantes de las comunidades aledañas de Morell Campos y Las Delicias I sufren de complicaciones cardiopulmonares, Juárez respondió que «quizás es que ellos no creen en las hadas, porque la neta es que si de verdad creyeran, el polvo mágico no sólo no les haría daño, sino que quizás adquirirían poderes mágicos». Según ella, empleados de la fábrica han reportado ocurrencias extraordinarias al ser expuestos al polvo de las hadas, como poder «flotar en el aire, comunicarse con los animalillos del bosque, y toser sangre por horas y horas».


Vista del «polvo mágico» desde Parque Paquito Montaner [Foto cortesía de José Valenzuela]

Los residentes de la Barriada Morell Campos, la cual está al lado de la cementera, manifestaron no creer en las «patrañas» de la Cemex. «Esta gente puede decir lo que quiera», aseguró Ricardo Altieri, vecino de Morell Campos, «pero yo sé lo que es polvo de cemento y lo que es polvo de hada, y esto es definitivamente polvo de cemento. Yo recuerdo cómo era el polvo de hada de cuando iba a Studio 54 en los 80’s, y aunque sí es blancuzco, no se suspende así en el aire como el de cemento». Iris Camacho, residente de Las Delicias I, aseguró que nunca había oído a una mexicana mentir tanto «desde el último capítulo de ‘Pecados Ajenos’, porque esa Ágata Mercenario sí que es una sucia de siete suelas».


Lupita Ferrer, como Ágata Mercenario, es más fidedigna que la Lupita de Cemex

También inquirimos para qué necesitan entonces quemar gomas, si su fábrica, según ellos, usa el poder de las hadas para crear el cemento y no deberían necesitar entonces otra fuente de energía, a lo que Juárez respondió que «para las hadas, el olor a caucho quemado es como si fuera incienso, y no le hace daño a nadie, así que, ¿cuál es el problema?». Sin embargo, aunque la compañía asegura que la quema de gomas es «segura y confiable», esto no explica entonces por qué los empleados de la Cemex encargados de la quema de gomas tienen que usar trajes protectores para evitar aspirar el humo. «¡Pos no mames, güey!», respondió exasperada la Directora de Comunicaciones. «Esos trajes no son para proteger a los empleados del humo, sino para proteger a las hadas de los empleados y de la peste a sobaco que tienen encima».


Un empleado de la Cemex, protegiendo a las hadas de su hedor

Para aplacar a los centenares de ciudadanos preocupados por su salud y la de sus vecinos que han organizado protestas en contra de la contaminación ambiental de la Cemex, Juárez simplemente exhortó: «Pos a esos nacos igualados que arman tanto escándalo, sólo les digo que lo que tienen que hacer es creer en las hadas, y entonces ya no tendrán problemas respiratorios. ¡Miren qué sencillo!».

Por El Rata