Todas las Naciones, Planeta Tierra – En la celebración del Día Internacional de la Mujer, observado el pasado sábado 8 de marzo, millones de mujeres alrededor del planeta decidieron celebrarlo como Dios manda: quedándose en la casa y cocinándole a sus hombres.

«¡Nada de andar por ahí marchando y quemando panties y brassieres para mí!», expresó Doña Emilia Jiménez, una ama de casa puertorriqueña. «Yo mejor me quedo aquí tranquilita en casa haciendo mi caldero de arroz y habichuela para mi Manuel, que si llega horita a casa del bar de Chencho con dos o tres palos encima y no encuentra la comida hecha, mejor ni te cuento. Además, creo que estas mujeres deberían dejar de hacer tantos revoluces con que no quieren que nos traten diferente a los hombres: a mí personalmente me encanta que me abran la puerta y me saquen la silla… ¡me hace sentir como toda una princesita de ensueño!» Doña Emilia prefirió permanecer en su casa el sábado, cocinando, fregando, lavando, tendiendo, planchando, cosiendo y limpiando: «Para mí es mejor estar to’ el día en casa haciendo na’ que tener que trabajar, como mi marido: ¿para qué quiero ser ‘liberada’?»


Doña Emilia, usando su libertad para hacerle arroz y habichuelas a su marido

La Dra. Laura Cardellini, oncóloga en el «Centro Porteño de Cáncer, Che» en Argentina, se sumó al sentimiento de Doña Emilia: «Creo que ya es hora que las mujeres dejemos de pedir igualdad con el hombre: todos esos avances que hemos hecho en la sociedad no borraron el hecho de que las mujeres nacimos para parir y para limpiar: ¿para qué negar nuestra naturaleza? Además», añadió atribulada, «esto de ser doctora en medicina y curar el cáncer es difícil y cansón: preferiría mil veces estar en casa echándome fresco, viendo telenovelas, y teniendo amoríos ilícitos con el vecino del lado mientras mi marido me mantiene… pero la maldita ‘liberación femenina’ me igualó al hombre, así que tuve que educarme, graduarme con honores de escuela de medicina, y ahora sanar a los enfermos… ¡y a mí nadie me consultó si quería ser liberada o no!»


La Dra. Cardellini preferiría quedarse tranquiléin en su casa sin trabajar a pasársela el día entero curando cáncer

Fuera del mundo hispano, Mary Huntsberger, presidenta de una empresa bancaria en Nueva Zelandia (primer país en darle el derecho al voto universalmente a las mujeres), fue otra fémina que prefirió no festejar el Día Internacional de la Mujer y permanecer en su casa con su esposo: «Aquí siempre hacen mucho alboroto en las festividades celebrando la pendejá’ del sufragio universal… ¿pero para qué necesito yo votar, si mi hombre puede pensar por mí y tomar esas decisiones por mí? Así podría tener mi mente despejada para cosas más importantes para mí, como irme de compras, chismear con las amigas durante el almuerzo, y verme regia para mi marido», aseguró, luego de salir de una junta donde autorizó la compra millonaria de otra empresa bancaria. «¿Por qué le dan tanta importancia al sufragio universal, de todos modos? Si hasta la palabra ‘sufragio’ suena fea… ¡yo no querría que nos asociasen con nada que tenga que ver con el ‘sufragio’ para las mujeres! ¡Ya bastante ‘sufragio’ tenemos con el parto y la menstruación!», rio mientras su asistente Tom le traía café y su itinerario del resto del día.


La empresaria bancaria Mary Huntsberger cambiaría felizmente su derecho al voto por tener más tiempo para irse de shopping y verse fabu

Esta decisión de millones de mujeres alrededor del planeta fue recibida con beneplácito por todos los hombres del mundo, sobre todo por la Asociación de Hombres Hombrunos, quienes avalaron por primera vez en su historia el permitirle a sus mujeres que celebren su día. Francisco «Paco» Juárez, Presidente del capítulo mexicano de la Asociación, explicó que «¡si ellas lo van a celebrar cocinándonos, como debe ser, así pos sí!». Su esposa, la Licenciada Guadalupe Montes de Oca, aseguró que aunque ella tenía que revisar varios expedientes para el caso que su bufete iba a presentar en la corte el lunes, prefería dejar eso en segundo plano para atender a su marido: «¿Qué puede ser más importante que pasarme todo el día en la cocina, descalza, y prepararle a mi Paquito los chilaquiles que a él tanto le gustan para el desayuno? ¡Ciertamente no la demanda de violación de derechos civiles que mi bufete tiene que preparar para nuestros clientes!»


La Licenciada Montes de Oca, en la oficina donde trabaja cuando no está haciéndole chilaquiles a su marido

Por su parte, Dios, creador del Hombre y del Ornitorrinco, no se mostró de acuerdo con esta actitud apática de las mujeres: «No sé quién rayos dijo que Yo ‘mandé’ a que las mujeres se quedaran en la casa cocinándole a sus maridos vagonetas. Yo le di a la Mujer un cerebro más grande y menos procupado con asuntos sexuales que el del Hombre precisamente para que ellas eventualmente se quedaran con el planeta y arreglaran el descojón que Yo sabía que los Hombres armarían. ¡Honestamente no sé por qué rayos a ellas les ha tomado tanto tiempo! ¡Le echo la culpa a la revista ‘Cosmopolitan‘!»

En una nota relacionada, el periódico humorístico puertorriqueño El Ñame se ha visto en la obligación de contratar asistentes provisionales para ayudar a responder a todos los comentarios insultantes que seguramente van a recibir en relación a esta historia, escritos por personas incapaces de detectar sarcasmo.

Por El Rata