Canal de la Mona, Puerto Rico – El Gobernador de Puerto Rico, Aníbal Acevedo Vilá, anunció el día de hoy en conferencia de prensa que ha encargado la construcción de una muralla entre la isla de Puerto Rico y la República Dominicana para tratar de detener «el desenfrenado influjo de inmigración ilegal dominicana a la Isla que atenta contra nuestra economía». El primer mandatario fue presto a aclarar que la situación económica del país no se debe a los errores de su Gobierno, si no al «reguero de dominicanos que está aquí trabajando más que los puertorriqueños».


Este mapa marca la localización general de la muralla propuesta

Acevedo Vilá confesó que sacó su inspiración para esta propuesta de cómo el presidente estadounidense George W. Bush ha bregado con el asunto de la inmigración mexicana, con la política que el Gobernador denominó: «Culpa Al Más Oscuro». Acevedo Vilá abundó: «Cuando a Bush se le pusieron los huevos a peseta, lo que hizo fue buscar la raíz del problema, o dicho de otra forma, a quién echarle la culpa. No pudo echársela a los indios, porque los pocos que sobrevivieron las masacres de los blancos y a la viruela están encerrados en los casinos de sus reservaciones borrachos todo el día; tampoco se la pudo echar a los negros porque estaría de pinga, después que los blancos los trajeron a to’s en botes amarrados con cadenas. ¿Así que quiénes quedaron? Pues la zafra de hispanos que de repente se habían metido al país de la noche a la mañana. Entonces, de ese mismo modo, a mí me toca echarle la culpa de este arroz con culo a los inmigrantes dominicanos, que son más negritos que nosotros», concluyó el Gobernador, confirmando así que él en efecto desconoce el paradero de su abuela.


«¡Miren qué hermosura!», declaró embelesado el Gobernador; «¡Por una muralla así sí que no se encaramaría ningún indocumentado!»

Con esta medida, cuyo nombre interno es «Operación Chivo Expiatorio», el Gobernador espera que el Pueblo comprenda finalmente que él está «haciendo todo lo posible por arreglar la situación económica del País, y si para hacerlo se necesitan medidas totonas como construir una muralla entre Puerto Rico y la República Dominicana, así se hará». Al interpelársele que, si el erario público está tan desvencijado como él asevera, entonces con qué fondos se pagará la construcción de dicha muralla, Acevedo Vilá constestó: «Fácil: ¡con los que saquemos con el IVU! Además», añadió, «no saldrá tan cara porque conseguimos mano de obra barata».

El Gobernador contó cómo originalmente su plan era de contratar arquitectos chinos para diseñar y construir la muralla, «porque todo el mundo sabe que, si de construir murallas bien pelonas de largo se trata, a los chinos es a quienes hay que llamar». En efecto, decenas de arquitectos chinos fueron traídos a la Isla para trabajar en el proyecto, pero los vecinos del Barrio París de Mayagüez, donde los extranjeros se estaban alojando, se quejaron con el Gobierno al notar la misteriosa desaparición de todos los perros y gatos del barrio. «Yo no quiero dar chismes de nadie», dijo Agustín Rivera, un residente de la urbanización quien hospedó a varios de los asiáticos, «pero en esta calle ya no hay perros, y de repente el Oriental Express de más abajo está haciendo su agosto con ingresos nunca antes vistos… yo por si las moscas no pienso pedir el chow mein, que podría resultar ser más bien un chow-chow«.


«Algo así quiero yo», indicó Acevedo Vilá, «pero con menos turistas, y en el medio del Canal de la Mona»

Viéndose sin mano de obra, el Gobernador mandó a poner anuncios en los rotativos de la Isla, lo cual consiguió respuestas de decenas de albañiles dominicanos. «Fue algo incómodo al principio explicarles la naturaleza del proyecto para el cual ellos habían sido contratados», admitió el primer mandatario, «pero ellos fueron muy profesionales y metieron mano pa’ rápido. Trabajando tan bien, y cobrando tan poco, ¡no en balde se están quedando con el canto! Pero, ¿ven? Esto es prueba fehaciente de que tenemos que prevenir que entren a la Isla más dominicanos indocumentados: ¡quién sabe cuántos trabajadores de construcción puertorriqueños estarían trabajando si no estuvieran tan ocupados cogiendo cupones y reportándose al Fondo!».


Un trabajador de construcción puertorriqueño reposando luego de un arduo día de cambiar su cheque de incapacidad

La intención del Gobernador era que la muralla se construyese más allá de la Isla de Mona y Desecheo, «para que los dominicanos no se nos queden con esos valiosos y estratégicos baluartes de la nación puertorriqueña». Sin embargo, Altagracio «Chichí» Piñeiro, el capataz a cargo de la construcción, cuestionó a Acevedo Vilá sobre la viabilidad del proyecto: «No le cuestioné al Gobernador (quien dicho sea de paso se parece a un primo mío que tengo en el Cibao) la lógica de la política de dividir a Puerto Rico de la República Dominicana con una muralla, sino que le plantié la imposibilidad física de construir una muralla ¡en el mismísimo medio del puñetero Canal de la Mona!» Ante las insistencias de Acevedo Vilá de que el proyecto tenía que terminarse (dado que le proveería a los puertorriqueños «seguridad económica sin precedente»), Piñeiro cumplió con su encomienda de diseñar la muralla y facturarle al Gobierno por el proyecto de construcción, que se estima tardará par de décadas en finalizarse. «Si el Gobierno de Puerto Rico pretende mantenerme a mí y a toda mi familia por los próximos veinte años», concluyó Piñeiro, «¿quién soy yo para interponerme?»

Por El Rata