Washington, D.C. – Fuentes dentro de la administración de George W. Bush revelaron la semana pasada que Tony Snow, el Secretario de Prensa de la Casa Blanca, se retiraría de su puesto, citando originalmente «problemas económicos». Sin embargo, indagaciones más a fondo han sacado a la luz que la verdadera razón, originalmente revelada únicamente a personas claves dentro de la administración, es que Snow renunció por razones médico-anales.


Tony Snow, preparándose para su reveladora conferencia de prensa, advirtiendo que iba a ahorcar al reportero que se le pusiera demasiado jaquetón

La excusa original de Snow, que explicaba que por «razones económicas» éste finalizaría su trabajo como Secretario de Prensa de la Casa Blanca, fue rápidamente cuestionada por el sagaz cuerpo de prensa de la Casa Blanca. «Pérate un momentito», preguntó Ernesto López, reportero de El Nuevo Día: «¿Tú me vienes a decir a mí que haces $168,000 billetes al año y te estás cantando pelao para tener una excusita barata para renunciar a tu puesto en esta administración donde la gente está yéndose a diestra y siniestra como ratas de un barco que se hunde?»


Reporteros de la Casa Blanca alzando la mano pacientemente para poder cuestionarle a Snow su pendejísima razón para renunciar a su puesto

Luego de que López fuera escoltado fuera del salón de prensa de la Casa Blanca (dado que nadie sabe cómo carajos se había colado ahí un puertorriqueño), su pregunta fue repetida por otros miembros de la prensa, por lo que Snow se vio obligado a responder. Al principio, éste intentó de explicar que sus gastos como Secretario de Prensa eran más altos de lo que uno pensaría, entre tener que continuar abasteciéndose de Advil para poder soportar el dolor de cabeza que le causan las insistentes preguntas de los reporteros que no se dejan vender gato por liebre, y el tener que darse masajes diarios para aliviar la tensión que le causa tener que estar mintiendo día tras día para tratar de embellecer los mojones que la Administración lo obliga a venderle a la prensa para justificar sus desatinadas decisiones. Ninguno de los reporteros le creyó sus explicaciones, así que Snow se bajó medio pote de Advil y se resignó a tener que revelar la razón real, invitando a los reporteros a su oficina para tener más privacidad.


Ya trasladados todos a su oficina, Snow se veía resignado a no meterle otro mocho a la prensa

«Bueno, está bien, les contaré la verdad: me perdonan si titubeo, pero esto es una experiencia nueva para mí», dijo Snow respirando hondo. «Lo que pasó fue que cuando quería renunciar, primero pensé en decir que era por ‘querer pasar más tiempo con mi familia’, que para mí es el código aceptado para ‘quiero largarme pa’l carajo de este arroz con culo que tienen aquí’. Sin embargo, aquí la gente conoce a mi familia y sabrían que ésa no era la razón de verdad, así que me inventé lo de los problemas económicos. Ahora, ya que quieren saber la verdad, se las diré». Snow entonces procedió a leer una nota médica que le escribiera su doctor de cabecera.


Estimado Presidente Bush:

Favor de excusar a Tony Snow de participar como Secretario de Prensa en su fiasco de administración porque tiene dolor de culo.

Atentamente,
Dr. Ben Dover (sí, ya lo sé: mis pais están de pinga)


El proctólogo de Snow, el Dr. Ben Dover, visto aquí con otro paciente y su singular trato médico

«Ya, ¿ok? ¿Están felices?» increpó Snow desafiante al cuerpo de prensa de la Casa Blanca. «Me voy porque me duele el culo. E-L C-U-L-O. ¿Alguien se va a tripiar al tipo que está renunciando porque está en remisión de cáncer del colon y le duele el culo? ¿Alguien? ¿Tú, el de la boinita y la camisa del Albizu con el diente por fuera? ¡Puñeta, otro jodío puertorriqueño! Security!«


«Sí, tú mismito», le dijo Snow al periodista que estaba atrás tomando café y llevándose dos o tres donas en los bolsillos, «no te me hagas el loco, que sé que eres puertorro»

Al restablecerse el orden luego de que agentes del Servicio Secreto escoltaran al histórico «Salón de los Macanazos» al periodista boricua colao, los reporteros restantes se mostraron compasivos con Snow, deseándole salud y una pronta mejoría, y sólo le preguntaron que por qué no dijo la verdad desde el principio, dado que sólo el cabrón más desalmado no la consideraría razonable. Snow dijo que quizás hay en la administración alguien que podría describirse de esa manera, y para no inculpar a nadie se limitó a decir que «su nombre rima con ‘Dick Cheney’… ¡oops, mala mía!», mientras reía pícaramente.

Por El Rata